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𝓞𝓡𝓖𝓤𝓛𝓛 𝓒𝓞𝓜𝓟𝓐𝓡𝓣𝓘𝓣 es reivindicar lo que nos une y no lo que nos separa. Es que nuestro impulso por reconocernos en la otra persona gane a nuestro impulso por diferenciarnos de ella.
Observando el ambiente político actual, muy influenciado por la dinámica de las redes, muchas personas nos hacemos la misma pregunta: ¿Qué nos está pasando? ¿Por qué personas que compartimos objetivos, valores y libertades, en vez de aliarnos, nos estamos alejando e incluso llegamos a atacarnos?
La Semana del Orgullo es una gran oportunidad para abrir esta conversación sobre lo que nos une. Las normas sexuales y de género no afectan a todas las personas por igual, pero nos afectan a todas. Cuando estas normas se amplían para dar paso a más libertad, nuestro mundo es más libre, todas las personas somos más libres.
Las conquistas del movimiento LGTBI y el movimiento feminista han beneficiado a toda la sociedad. Las libertades sexuales, afectivas y de género no son derechos exclusivos de las personas LGTBI, van mucho más allá. Seamos o no LGTBI, vivimos bajo normas sociales que nos impiden aceptar, expresar y vivir de forma placentera nuestros sentimientos y deseos. Hablar de diversidad afectiva, sexual y de género es reconocer que todos los cuerpos, todas las sensaciones y todos los deseos tienen derecho a existir y manifestarse.
Hemos avanzado, pero nos queda mucho por hacer y, sobre todo, no hemos de aceptar ningún retroceso. Necesitamos alianzas, no podemos seguir excluyéndonos mutuamente de las luchas y los movimientos. Independientemente de quién seamos, de dónde vengamos, de cuál sea nuestra identidad, las personas que compartimos valores, objetivos y libertades tenemos que aliarnos.
La Barcelona que queremos es orgullosa y compartida.
Aliémonos
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Hoy vivimos nuestra sexualidad, nuestras relaciones y deseos eróticos de forma más libre. Podemos explorarlos conmenos vergüenza, miedo y estigmas, gracias a los años de lucha LGTBI y feminista que han ampliado para todas las personas los límites y las posibilidades de la sexualidad y los afectos. Eso ha incluido reivindicar que la salud sexual es un derecho y que la educación sexual y afectiva durante la adolescencia es clave para identificar abusos, prevenir las ITS y favorecer la igualdad y la libertad.
Los roles de género son pautas rígidas que reducen nuestra libertad a la hora de escoger cómo vivir y nos hacen temer el rechazo y la discriminación. Limitan los derechos, posibilidades, deseos y sentimientos. Nos impiden hacer aquellas cosas que no son socialmente consideradas como propias de nuestro género y nos obligan a hacer las que sí lo son. Hoy sabemos que nadie encaja al 100% dentro de estas normas porque las conquistas LGTBI y feministas han expandido la estrechez del género abriendo nuevos espacios.
Amar nuestro cuerpo debería ser fácil, pero a menudo parece casi imposible. Los movimientos queer y feministas siempre han sabido que el cuerpo es un territorio político en el que comienza una de nuestras libertades más importantes: el poder de reivindicarnos como somos. Gracias a esto, estamos aprendiendo a desafiar las presiones sociales y vivir, por fin, nuestro cuerpo fuera del aburrido y absurdo control de la norma. La diversidad de los cuerpos es una realidad que disfrutar, valorar y celebrar. ¿Quién quiere un mundo donde solo exista un único tipo de cuerpo, pudiendo vivir en uno habitado por millones de cuerpos distintos?
La familia tradicional ya no es el único modelo familiar aceptado, ni tampoco el mayoritario. Aunque falta mucho camino, después de años de luchas sociales y cambios legales en los que el movimiento LGTBI ha tenido un papel central, la diversidad familiar es una realidad: familias biológicas, adoptivas, por donación reproductiva, de acogida, monomarentales, monoparentales, parejas heterosexuales, homosexuales, parentalidad abierta, cocrianza, familias reconstituidas...
Desde la celebración, la comunidad, la alegría, la creatividad y la extravagancia también se cambia el mundo. Como dijo Emma Goldman, si no puedo bailar, tu revolución no me interesa. Los movimientos de disidencia sexual y de género han deconstruido el mito que relaciona la transformación social con el sacrificio e incluso al sufrimiento y han puesto en crisis la idea tradicional de lo que significa el cambio. El placer es un horizonte político y la política es placer: ¿Puedes imaginar algo más placentero que transformar la realidad?
Honremos la memoria de las que lucharon por ampliar nuestra democracia y nuestras libertades. El movimiento feminista y LGTBI ha sido punta de lanza de la construcción democrática de este país. Igualmente, cuando defendemos los derechos LGTBI, estamos defendiendo que todas las personas puedan vivir de forma más libre. Juntas hemos avanzado mucho, aliémonos para ir más allá.
¿Tú también crees que tenemos que aliarnos?
Llenemos las redes de distintas visiones y experiencias con el hashtag #OrgullCompartit
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Las ilustraciones de Orgull Compartit son obra de Maria Corte
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